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En una mañana cualquiera, el movimiento en un banco de Santiago parece rutinario: clientes que hacen fila, ejecutivos que atienden detrás de los mesones y adultos mayores que esperan con paciencia para cobrar sus pensiones. Sin embargo, detrás de esa cotidianidad, hay una figura que se mantiene atenta en silencio: los guardias de seguridad. Su presencia no solo es un requisito legal, sino una pieza esencial para proteger mucho más que dinero.

La imagen visible de la seguridad bancaria

Al ingresar a un banco, lo primero que ve un cliente no siempre es a un ejecutivo, sino a un guardia uniformado. Ese primer contacto genera confianza, pero también marca un límite claro para quienes podrían intentar un ilícito. Los guardias de seguridad son un factor disuasivo inmediato: su sola presencia reduce la probabilidad de robos o actos violentos dentro de las sucursales.

Un ejecutivo bancario ficticio lo resume así: “El guardia no es solo alguien que vigila la puerta; es la primera línea de tranquilidad para nuestros clientes”.

Más allá del resguardo de dinero

Aunque muchos piensen que su función principal es proteger bóvedas y cajeros, la labor de los guardias en bancos va mucho más allá:

  • Protegen a las personas: clientes y funcionarios están bajo su resguardo en situaciones de riesgo.

  • Gestionan emergencias: saben cómo reaccionar ante incendios, sismos o evacuaciones.

  • Previenen fraudes presenciales: identifican conductas sospechosas, como estafadores que se acercan a adultos mayores para obtener claves.

  • Apoyan la logística bancaria: acompañan el traslado de valores y resguardan zonas de acceso restringido.

En algunos casos, incluso han salvado vidas: desde asistir a clientes con descompensaciones hasta intervenir en situaciones de violencia intrafamiliar que estallan dentro de las sucursales.

Entrenamiento y protocolos para guardias de seguridad  

Los guardias que trabajan en bancos reciben formación distinta a la de otros sectores. Aprenden protocolos de seguridad bancaria, control de accesos, atención al público y coordinación directa con Carabineros. Además, se les entrena para mantener la calma bajo presión, algo crucial cuando se enfrentan a situaciones de alta tensión como un asalto.

“Un guardia que se desespera pone en riesgo a todos. Su fortaleza es transmitir calma”, señala ficticiamente Luis Hernández, supervisor de seguridad bancaria.

Historias que muestran su impacto

En 2022, un intento de robo a una sucursal en el centro de Santiago fue frustrado por la rápida reacción de un guardia, que activó la alarma silenciosa y permitió que Carabineros llegara antes de que los delincuentes escaparan.

En otra ocasión, en Providencia, un guardia asistió a un cliente mayor que sufrió un paro cardiorrespiratorio dentro de la sucursal, aplicando primeros auxilios hasta que llegó la ambulancia. Ese acto, fuera de cualquier manual, dejó claro que su misión va más allá de custodiar billetes.

Conclusión: confianza en cada ingreso

Los bancos no serían los mismos sin la presencia de los guardias de seguridad. Son los encargados de mantener el orden, garantizar la seguridad de clientes y trabajadores, y responder en momentos donde la rapidez puede salvar vidas.

Su papel trasciende lo financiero: son guardianes de la confianza. Porque al final, quienes visitan un banco no solo esperan que su dinero esté protegido, también buscan la certeza de que su seguridad personal está en buenas manos.

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