En el calor de una feria gastronómica en Santiago, mientras los visitantes saborean empanadas, quesos artesanales y vinos locales, un niño se suelta de la mano de su madre y corre hacia la multitud. El susto dura apenas segundos: un guardia lo detiene con cuidado y lo devuelve a los brazos de la mujer, que agradece entre lágrimas. Es un gesto simple, pero revela la dimensión humana de un oficio que muchas veces se da por sentado. Los guardias de seguridad en ferias y exposiciones son mucho más que uniformes en las puertas: son los guardianes invisibles de la experiencia colectiva.
El rol de los guardias de seguridad en eventos multitudinarios
En una feria internacional de innovación, donde los pasillos se llenan de ejecutivos, estudiantes y curiosos, la seguridad no significa solo evitar robos. También implica cuidar el orden, anticipar emergencias y acompañar al público en momentos de confusión.
Los guardias de seguridad cumplen misiones discretas pero vitales:
-
Controlan accesos y salidas para que no se produzcan aglomeraciones.
-
Supervisan que los stands no sean vulnerados por hurtos.
-
Intervienen con calma en discusiones o incidentes menores.
-
Se convierten en puntos de referencia para orientar a los visitantes.
“Cuando organizamos la feria de emprendimiento en Ñuñoa, los guardias no solo resguardaban, también ayudaban a los expositores con la logística. Eran parte del equipo”, recuerda Valentina, productora del evento.
Logística y atención al visitante
La seguridad se vive en los detalles. Un guardia que indica dónde está la salida más cercana puede evitar que una familia camine en círculos entre pasillos abarrotados. Otro que se ofrece a guiar a una persona mayor hasta la zona de descanso transforma un momento de cansancio en una experiencia de cuidado.
“Me perdí buscando el stand de mi hija y un guardia se tomó el tiempo de acompañarme hasta el lugar. Fue un gesto que marcó mi día”, relata Rosa, asistente a una feria de diseño en Valparaíso.
El trabajo también tiene una dimensión logística menos visible: verificar credenciales de proveedores, ordenar los estacionamientos, mantener despejadas las rutas de acceso para ambulancias y coordinar con bomberos en caso de emergencia. En esa trastienda, el orden depende de una cadena de coordinación en la que los guardias son el eslabón humano más cercano al público.
Ejemplos que marcan la diferencia
En una exposición de arte contemporáneo en Buenos Aires, los guardias recibieron capacitación en trato cordial y orientación a turistas. El resultado fue una experiencia más cálida para miles de visitantes extranjeros que se sintieron bienvenidos y seguros.
En Chile, durante una feria tecnológica en Espacio Riesco, un sistema mixto de torniquetes y personal de seguridad permitió reducir los tiempos de espera en un 50%. “La gente ya no recordaba el ingreso como una fila eterna, sino como una bienvenida organizada”, comenta Diego, uno de los organizadores.
Conclusión
Las ferias y exposiciones son espacios donde confluyen creatividad, negocios y convivencia. Para que esa mezcla se viva con tranquilidad, los guardias de seguridad son imprescindibles. Ellos no solo previenen incidentes: orientan, cuidan y hacen posible que la experiencia fluya sin tropiezos.
En un mundo donde solemos recordar a quien sube al escenario o inaugura un stand, es justo reconocer a quienes, desde la sombra, sostienen el orden y la confianza. Porque sin ellos, ninguna feria sería realmente un lugar de encuentro.