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En una clínica veterinaria del sector oriente de Santiago, un lunes cualquiera comienza con lo habitual: perros inquietos que esperan atención, gatos en transportadoras y dueños nerviosos preguntando por sus mascotas. En medio de ese ir y venir, muchas veces imperceptibles, están los guardias de seguridad, quienes no solo cuidan el lugar, sino que también garantizan la tranquilidad de trabajadores, visitantes y pacientes de cuatro patas.

El entorno particular de las clínicas veterinarias

A diferencia de otros recintos de salud, las clínicas veterinarias concentran un componente emocional intenso. Las personas llegan con sus animales heridos, enfermos o en controles de rutina, y las emociones pueden pasar rápidamente de la esperanza a la angustia. Este ambiente requiere no solo orden y logística, sino también resguardo frente a situaciones imprevistas.

Un médico veterinario ficticio, Rodrigo Valdés, lo resume así: “He visto momentos de tensión cuando un dueño recibe una mala noticia. En esos casos, contar con personal que sepa mantener la calma y contener a la persona hace toda la diferencia”.

Funciones clave de los guardias de seguridad

El trabajo en una clínica veterinaria implica mucho más que vigilar una puerta. Sus responsabilidades son variadas y adaptadas a un espacio donde conviven profesionales, clientes y animales:

  • Control de accesos: garantizar que solo ingresen personas autorizadas en áreas críticas, como quirófanos o zonas de hospitalización animal.
  • Protección de insumos médicos: resguardar medicamentos, anestésicos y equipos de alto costo que pueden ser objeto de robos.
  • Seguridad para el personal: asistir en casos de discusiones con clientes, o incluso en situaciones de violencia.
  • Prevención de emergencias: apoyar evacuaciones en caso de incendios, terremotos o incidentes con gases y químicos.
  • Bienestar de los animales: evitar que personas no autorizadas manipulen a las mascotas o interfieran en tratamientos.

Riesgos poco visibles pero reales

Aunque pueda parecer un entorno tranquilo, las clínicas veterinarias también enfrentan riesgos específicos:

  • Intentos de robo de animales valiosos como razas exóticas o de alto costo.
  • Conflictos con clientes en medio de diagnósticos complicados o cuentas médicas inesperadas.
  • Emergencias internas como fugas de gas, incendios pequeños en laboratorios o escapes de animales.

En todos esos casos, los guardias de seguridad son la primera respuesta, antes incluso de que lleguen bomberos o policías.

Historias que ilustran su rol

En 2022, en una clínica veterinaria de Ñuñoa, un guardia evitó un robo cuando un desconocido intentó llevarse un perro de raza desde la sala de espera. Su rápida reacción no solo protegió al animal, sino que también calmó a los presentes.

En otro caso ficticio, en una clínica del sur de Chile, los guardias fueron clave durante un sismo: ayudaron a evacuar a clientes y personal, asegurando que las jaulas con animales hospitalizados no quedaran expuestas a riesgos.

Formación especializada

No cualquier guardia puede trabajar en un entorno veterinario. Su preparación incluye protocolos básicos de primeros auxilios, manejo de conflictos con dueños angustiados e incluso nociones para tratar con animales de manera segura.

Una técnica veterinaria ficticia, Daniela Araya, lo explica: “Los guardias aquí saben que no deben acercarse bruscamente a un perro asustado o a un gato estresado. Esa sensibilidad hace toda la diferencia para mantener la calma en la clínica”.

Conclusión: guardianes de la salud animal y humana

Las clínicas veterinarias no son solo lugares de atención médica, también son espacios de emociones intensas y riesgos particulares. Los guardias de seguridad se convierten en aliados silenciosos que garantizan que médicos, clientes y animales estén protegidos frente a cualquier imprevisto.

Son más que vigilantes: son protectores de un entorno donde la vida, en todas sus formas, necesita cuidado y resguardo constante.

 

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