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En una mañana fría en Santiago, un guardia de seguridad inicia su jornada en un vehículo eléctrico blanco con el logo de la empresa que lo emplea. A su lado, una tableta reemplaza los antiguos cuadernos de control y el uniforme que viste —fabricado con fibras recicladas— lleva una etiqueta que reza “Hecho con materiales sostenibles”.
Lo que podría parecer un detalle menor representa, en realidad, una transformación silenciosa dentro del rubro de la seguridad privada en Chile: el paso de un modelo tradicional, centrado solo en la vigilancia, a uno comprometido con el medio ambiente y la eficiencia energética.

Durante décadas, la sostenibilidad parecía ajena a la seguridad. Sin embargo, la conciencia climática, la presión normativa y los nuevos estándares corporativos están impulsando un cambio estructural.
Hoy, las empresas del sector no solo protegen personas e infraestructuras: también buscan reducir su huella de carbono, optimizar recursos y alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

1. La nueva cara de la seguridad: verde, eficiente y responsable

Hasta hace poco, hablar de sostenibilidad en seguridad privada podía parecer una contradicción. Los servicios operaban con vehículos a combustión, iluminación constante, consumo excesivo de papel y uniformes de corta vida útil.
Pero en los últimos cinco años, un cambio global y local comenzó a modificar esa realidad.

Según datos del Ministerio del Medio Ambiente (2024), las empresas de servicios que adoptan políticas sostenibles reducen hasta un 30% su consumo energético anual, y el sector de seguridad ha comenzado a sumarse a esta tendencia con fuerza.

“Las compañías entendieron que no se trata solo de cuidar el planeta, sino de eficiencia económica y reputacional”, explica María José Ibarra, especialista en sostenibilidad corporativa. “Cada litro de combustible ahorrado, cada luminaria LED instalada, representa ahorro operativo y compromiso con la comunidad”.

La transformación ambiental del rubro responde también a la presión de los clientes B2B, especialmente industrias, bancos y centros comerciales, que exigen proveedores con certificaciones verdes y reportes de sostenibilidad verificables.

2. Flotas eléctricas: del patrullaje al ahorro energético

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En el norte de Chile, una empresa con contratos en faenas mineras reemplazó su flota de camionetas diésel por vehículos eléctricos.
El cambio redujo en un 45% las emisiones de CO₂ en solo un año, según un informe auditado por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS).

El ahorro no fue solo ambiental. Los costos de mantenimiento bajaron un 35% y los tiempos de patrullaje se acortaron gracias a la autonomía optimizada de los nuevos vehículos.
“Antes gastábamos millones al mes en combustible. Hoy, la carga eléctrica es parte del plan operativo y nos permite mostrar resultados concretos de eficiencia”, comenta Javier Moraga, gerente de operaciones de la compañía.

En Santiago, los vehículos eléctricos de patrullaje urbano también se están convirtiendo en símbolo de modernización.
Comunas como Las Condes, Vitacura y La Reina han impulsado licitaciones donde la sostenibilidad ambiental es parte de los criterios de evaluación para servicios de vigilancia y seguridad perimetral.

“En el futuro cercano, toda empresa que no tenga flota ecológica quedará fuera del mercado competitivo”, asegura Moraga.

3. Uniformes sostenibles: menos desecho, más conciencia

La sostenibilidad no se limita a los vehículos.
Empresas chilenas del sector han comenzado a reemplazar uniformes tradicionales por ropa de trabajo confeccionada con poliéster reciclado proveniente de botellas PET y fibras biodegradables.

El impacto es significativo: según cifras del Ministerio del Medio Ambiente, cada uniforme reciclado evita que aproximadamente 12 botellas plásticas terminen en vertederos o mares.
Además, estos nuevos textiles requieren menos agua en su producción y resisten mejor el desgaste, lo que prolonga su vida útil y reduce el volumen de residuos.

Claudia Núñez, jefa de recursos humanos de una empresa de seguridad con más de 500 guardias en todo el país, explica:
“Nos propusimos que el 100% de nuestros uniformes fueran sostenibles para 2026. La acogida del personal ha sido positiva. Muchos se sienten parte de algo más grande: proteger a las personas y también al planeta.”

El cambio, más allá de lo simbólico, contribuye a mejorar la percepción de la marca y el sentido de pertenencia dentro de las organizaciones.

4. Energía inteligente y consumo responsable

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En edificios corporativos y condominios donde operan servicios de vigilancia, el consumo energético es una preocupación constante.
La implementación de sistemas de iluminación LED, sensores de movimiento y paneles solares en garitas y oficinas ha reducido el gasto energético en hasta un 40%, según un estudio conjunto del Instituto Nacional de Eficiencia Energética y la ACHS (2023).

Un ejemplo notable es el de una empresa ubicada en Providencia, que sustituyó todas las luminarias de sus puestos de control por LED solares autónomos.
El proyecto, desarrollado junto al Ministerio de Energía, permitió no solo reducir costos, sino también garantizar continuidad operativa durante cortes eléctricos.

“El cambio energético es doblemente beneficioso: protege el medio ambiente y asegura resiliencia ante emergencias”, afirma Rodrigo Olmedo, ingeniero en seguridad tecnológica.

5. Capacitación verde: nuevos contenidos en el OS10

El curso OS10, requisito obligatorio para ejercer funciones en seguridad privada, ha comenzado a incluir módulos sobre sostenibilidad operativa, manejo de residuos y eficiencia energética.
Esto responde a una necesidad concreta: que el personal operativo entienda cómo su labor impacta en el entorno.

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“Los guardias están en la primera línea de observación. Ellos pueden detectar fugas, luces encendidas sin uso o malas prácticas energéticas”, explica Marcela Cifuentes, instructora certificada OS10.
“Su rol ya no es solo vigilar, sino también promover buenas conductas ambientales dentro de los espacios que resguardan”.

De acuerdo con la ACHS, las empresas que incluyen contenidos ambientales en sus programas de capacitación reducen en promedio un 20% su consumo de recursos operativos en el primer año.

6. Seguridad privada y economía circular

La economía circular —modelo que busca reducir, reutilizar y reciclar materiales— está penetrando lentamente en la industria de la seguridad privada.
Los contratos modernos incluyen cláusulas sobre gestión de residuos, mantenimiento ecológico de equipos y reutilización de materiales tecnológicos.

Por ejemplo, los antiguos monitores CRT o sistemas de radio análogos ahora se entregan a empresas certificadas en reciclaje electrónico, mientras que los dispositivos de comunicación se fabrican con carcasas biodegradables o de bajo impacto.

La Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) destaca que este tipo de políticas no solo disminuye el impacto ambiental, sino que también fortalece la cultura organizacional y la imagen ante clientes institucionales.

7. Innovación tecnológica y huella digital sostenible

Las plataformas de gestión digital, que antes se centraban en reportes de incidentes, hoy incluyen indicadores ambientales: consumo eléctrico, kilometraje de flota, horas de iluminación o niveles de ruido.

El futuro apunta hacia la integración de inteligencia artificial y analítica ambiental, capaces de medir en tiempo real la eficiencia energética de un servicio de vigilancia.

Algunas startups chilenas ya desarrollan sistemas que cruzan datos de sensores, temperatura y luz para optimizar el uso de energía en garitas y puestos remotos.
“El objetivo no es solo vigilar, sino hacerlo con el menor impacto posible”, sostiene Sergio Carrasco, cofundador de una empresa tecnológica que provee soluciones a compañías de seguridad.

8. El cliente corporativo y la exigencia internacional

Las empresas multinacionales instaladas en Chile están impulsando el cambio más acelerado.
Exigen a sus proveedores de seguridad privada el cumplimiento de estándares ambientales alineados con normas como ISO 14001 y ESG (Environmental, Social and Governance).

“Hoy, una compañía que no mida su huella de carbono o no reporte su consumo energético simplemente no pasa las auditorías de sostenibilidad”, afirma Pilar Soto, consultora en responsabilidad corporativa.

Aquí es donde los prestadores nacionales han debido profesionalizarse, incorporando métricas ambientales y reportes de sostenibilidad en sus contratos.
Es parte del salto que también analiza el blog El papel de la seguridad privada en Chile: protección ciudadana y nuevos desafíos, donde se subraya que el rubro enfrenta ahora exigencias comparables a las de sectores industriales o financieros.

9. Cultura verde: cuando la seguridad también educa

Más allá de los procedimientos técnicos, el cambio más importante es cultural.
Cada guardia, supervisor o jefe de operaciones se convierte en agente educativo dentro del entorno que protege.

En condominios, por ejemplo, los equipos de vigilancia recuerdan a los residentes apagar luces de áreas comunes o gestionar sus residuos.
En industrias, son los primeros en detectar fugas o alertar sobre emisiones inusuales.
“Una empresa de seguridad con conciencia ambiental no solo cuida, también educa”, resume Claudio Gutiérrez, experto en prevención de riesgos de la ACHS.

Esa es quizás la mayor evolución del rubro: pasar de una seguridad reactiva a una seguridad con propósito social y ambiental.

10. El futuro verde del resguardo

La transformación sostenible del sector no es una moda. Es una necesidad operativa, reputacional y ética.
La seguridad privada en Chile avanza hacia un modelo que combina tecnología, eficiencia y responsabilidad ambiental.

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En los próximos años veremos más vehículos eléctricos patrullando las calles, más uniformes reciclados en edificios corporativos, más paneles solares en garitas y, sobre todo, una nueva generación de trabajadores conscientes de su impacto.

“Cuidar ya no basta. Hoy, proteger también implica preservar”, afirma María José Ibarra, cerrando la entrevista.
Y esa frase resume el nuevo paradigma del rubro: una seguridad que protege a las personas, pero también al planeta que habitan.

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