Una cámara detecta un movimiento inusual en el perímetro de un centro logístico en San Bernardo. El sistema envía una alerta automática a la central, y en menos de 30 segundos, un guardia OS10 recibe la notificación en su dispositivo móvil. Se acerca con cautela, verifica la situación y, gracias a su criterio, determina que se trata de un trabajador que olvidó registrar su salida. No hubo riesgo, pero sí aprendizaje.

Este tipo de escena, cada vez más frecuente en Chile, refleja la evolución de la seguridad privada: la unión entre la inteligencia artificial y el criterio humano. El nuevo modelo mixto de sistema de seguridad no busca reemplazar personas, sino potenciarlas.
En un país donde el delito se vuelve más sofisticado, la respuesta ya no puede depender solo de la fuerza física ni exclusivamente de la tecnología. La verdadera eficacia está en la sinergia: cámaras inteligentes, sensores, software predictivo y personal entrenado para interpretar, decidir y actuar con prudencia.
La sinergia entre la máquina y el criterio humano
Hace una década, la videovigilancia era pasiva. Hoy, gracias a la analítica de imágenes y a la inteligencia artificial, los sistemas identifican patrones, rostros y movimientos sospechosos en tiempo real. Pero incluso con toda esa capacidad, la tecnología necesita una validación humana.
“El ojo humano sigue siendo insustituible”, explica Marcelo Rivas, capitán (r) de Carabineros de Chile y asesor en seguridad privada. “La IA detecta una anomalía, pero es el guardia quien distingue si se trata de un delito, un error o un evento cotidiano. Esa combinación es la que da resultados”.
Según la Subsecretaría de Prevención del Delito (2024), los sistemas mixtos han permitido reducir hasta en un 45% los falsos positivos en centrales de monitoreo privadas. Esto significa menos tiempo perdido, mayor precisión y una respuesta más efectiva ante eventos reales.
El trabajo colaborativo entre tecnología y operadores humanos se basa en un principio simple: la inteligencia artificial aprende, pero la experiencia humana decide.
1. El valor del sistema mixto en la seguridad privada

Los sistemas de seguridad tradicionales —centrados solo en rondas o cámaras— resultan insuficientes ante la complejidad del delito moderno. Hoy se requiere un enfoque integral que combine:
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Videovigilancia con analítica avanzada, capaz de reconocer comportamientos anómalos.
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Alarmas conectadas a plataformas de respuesta inmediata.
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Guardias OS10 capacitados en interpretación tecnológica y reacción táctica.
Este nuevo enfoque ya es parte de la formación moderna que promueven entidades como Carabineros y el Ministerio del Interior.
El blog pilar El papel de la seguridad privada en Chile: protección ciudadana y nuevos desafíos aborda precisamente cómo la profesionalización —especialmente el entrenamiento OS10— ha elevado los estándares del sector y permitido una cooperación más fluida entre operadores y sistemas digitales.
2. Los nuevos perfiles del guardia moderno
Los guardias de hoy ya no se definen solo por su uniforme o su postura firme. Son operadores híbridos: observadores, analistas y comunicadores.

De acuerdo con la Asociación de Empresas de Seguridad Privada de Chile, más del 60% del personal operativo que trabaja en instalaciones críticas ya utiliza plataformas digitales de registro y monitoreo. Esto exige nuevas competencias:
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Manejo de softwares de vigilancia.
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Conocimiento en protocolos de ciberseguridad.
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Comunicación efectiva y manejo de crisis.
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Capacidad analítica y toma de decisiones rápidas.
“El guardia que entiende la tecnología se convierte en el eslabón más fuerte del sistema”, señala Sandra Tobar, instructora de capacitación OS10.
Este cambio de paradigma también está generando mayor motivación laboral. El personal se siente más valorado al formar parte de procesos que requieren pensamiento crítico, no solo obediencia mecánica.
3. Inteligencia predictiva: anticipar antes que reaccionar
Una de las mayores ventajas del sistema de seguridad mixto es su capacidad para anticipar eventos. La inteligencia artificial analiza grandes volúmenes de datos —horarios, movimientos, clima, patrones de acceso— y detecta anomalías que podrían derivar en un incidente.
Por ejemplo:
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Un aumento inusual de visitas nocturnas a una bodega.
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Una zona perimetral con recorridos omitidos por guardias.
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Una secuencia de movimientos que coincide con un patrón previo de robo.
“No se trata de reemplazar la intuición del guardia, sino de darle mejores herramientas para prevenir”, explica Tobar.
En los centros de monitoreo avanzados, esta información se traduce en mapas de calor, alertas tempranas y reportes automáticos que permiten ajustar rondas o reforzar presencia en zonas vulnerables.
El blog Guardias de seguridad con formación tecnológica: el nuevo estándar amplía esta visión, mostrando cómo el personal entrenado en lectura de cámaras con analítica predictiva ha logrado reducir incidentes en condominios, bancos y hospitales.
4. Casos reales: tecnología y criterio en acción
Caso 1 – Condominio empresarial en Quilicura
Un sistema de cámaras detectó actividad sospechosa detrás de un galpón fuera de horario. La IA generó una alerta, pero el guardia de turno, al revisar las imágenes, reconoció al supervisor de mantenimiento. Gracias a esa validación, se evitó una falsa alarma y la interrupción de operaciones.
Caso 2 – Supermercado en Maipú
Durante una jornada de alto flujo, el sistema de reconocimiento facial detectó a una persona con comportamiento errático. El operador de sala activó discretamente la observación presencial y logró interceptar un intento de robo organizado sin afectar la experiencia del cliente.
Caso 3 – Planta química en San Antonio
El sistema detectó la apertura simultánea de dos accesos restringidos. Los sensores activaron bloqueo automático y los guardias ejecutaron el protocolo de emergencia. La respuesta en menos de 90 segundos evitó una potencial fuga de materiales peligrosos.
Estos ejemplos muestran que la tecnología sin criterio puede generar errores, y el criterio sin tecnología puede llegar tarde. La clave está en la colaboración.
5. Desafíos éticos y regulatorios
Con la creciente digitalización de la seguridad, surgen también nuevos desafíos: el manejo responsable de los datos y la protección de la privacidad.
Los sistemas modernos recopilan información sensible —rostros, huellas, horarios— que debe administrarse bajo la Ley 19.628 sobre Protección de la Vida Privada.
“La seguridad no puede justificarlo todo. Hay que asegurar que cada dato se use solo con fines preventivos y bajo control institucional”, advierte Rivas.
En este punto, la formación ética del personal se vuelve tan importante como la capacitación técnica. Los guardias deben entender no solo cómo usar la tecnología, sino cuándo y por qué hacerlo.
6. Un futuro colaborativo: humanos que enseñan a las máquinas
El horizonte del sector apunta hacia la automatización responsable.
Los algoritmos aprenden del comportamiento humano, y a su vez, los operadores humanos se apoyan en el aprendizaje de las máquinas.
En centros de control avanzados, la retroalimentación constante permite corregir sesgos, mejorar patrones de detección y ajustar tiempos de respuesta.
Cada turno, cada evento y cada guardia aportan datos que hacen que el sistema de seguridad sea más eficiente, más justo y más humano.
“El día que dejemos de depender completamente de uno solo —ni del guardia ni del algoritmo—, habremos alcanzado el equilibrio perfecto”, resume Tobar.
Conclusión: la seguridad del futuro tiene rostro humano
El sistema de seguridad mixto no es un lujo, sino una necesidad en la realidad chilena actual. Frente a un delito más organizado y entornos laborales más complejos, la combinación de tecnología inteligente y personal capacitado se ha convertido en el nuevo estándar del sector.
Chile avanza hacia un modelo donde la seguridad es preventiva, ética y colaborativa.
Y en esa transición, las empresas que logren armonizar la precisión de la máquina con la empatía del humano serán las que marquen la diferencia.
Porque la verdadera seguridad —como la confianza— no se impone: se construye, se comparte y se cuida entre todos.


